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Preguntaron, pues, a Jesús aquellos fariseos y maestros de la ley:

— ¿Por qué tus discípulos no respetan la tradición de nuestros antepasados? ¿Por qué se ponen a comer con las manos impuras?

Jesús les contestó:

— ¡Hipócritas! Bien profetizó Isaías acerca de vosotros cuando escribió:

Este pueblo me honra de labios afuera,
pero su corazón está muy lejos de mí.
Inútilmente me rinden culto,
pues enseñan doctrinas
que sólo son preceptos humanos.

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